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25 de mayo de 2010

Ballesta Connection


Existía hace tiempo un cancioncilla universitario-juvenil que, en una de sus estrofas, decía “La calle de la Ballesta la van a desinfectar. Envueltos en las sombras, caminan muy felices cuarenta y cuatro grises...” La referencia a las redadas policiales estaba más que clara y obedecía a que la suerte dispuso para esa señera vía un porvenir de sofá y bidé, encajes y colonia espesa. Esta calle forma parte del que ha sido durante muchísimos años el corazón rojo de la cuidad y en él, desde hace relativamente poco, un grupo de diseñadores y artistas jóvenes han ocupado algunos de los antiguos meublés para exponer y vender sus obras, mayoritariamente enmarcadas en el mundo de la moda.

Uno de aquellos lupanares va a ser derribado próximamente, pues parece que el edificio no aguanta muchos trotes más, al menos para la oficialidad. Se trata del inmueble que aparece en la fotografía y, como puede observarse, la fachada fue decorada por sus actuales moradores con motivos chinescos, en concordancia con el rótulo comercial del local abierto en sus bajos (“La maison de la lanterne rouge“) Como despedida, el pasado fin de semana se montó una fiesta artística en la primera planta de la casa. Varios creadores reinterpretaron el prostíbulo de antaño, cuyas paredes aún destilan olor a confidencia, asueto y regocijo, pero también a silencio, amargura y destierro.

Entre el laberinto de pasillos, puertas y cortinas, me topé con un reportaje fotográfico donde aparecía, como modelo, un chico que me resultó familiar. Te cruzas con tantos rostros al cabo de los días, que de primeras no caes en la cuenta de quién es ese que te va mirando desde el cristal que protege su imagen: aquí enfundado en unos pantalones de impecable corte, allí con una camisa de cuello imposible y en aquel otro rincón asomando su naturaleza de diva austriaca.

Pero de pronto se te hace la luz interna y te dices: ¡es mi vecino, el que madruga tanto como yo, el que hace la compra con carrito, el que vive con ese chico tan...! Y también caes en la cuenta de que, más allá de un intercambio de saludos, jamás has cruzado una frase con él, ni para hablar del tiempo. Me pregunto si la próxima vez que coincidamos en el portal será como siempre, o flotará en el aire un suave rumor a “Ballesta Connection”