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24 de junio de 2011

Pecados capitales: la soberbia y sus parientes

 
Quisiera ser tan alta como la luna, ¡ay, ay!
(Canción popular española)

Desear quedar siempre por encima de todo y de todos, aparte de inútil, debe de dañar profundamente el ánimo. En este sentido, supongo que la persona soberbia verá frustrada sus aspiraciones en muchísimas ocasiones, porque, no nos engañemos, la mayoría de las cosas van a su aire y cuantos nos rodean son libres para pensar y actuar como quieran (o puedan). Nadie es superior a nadie.
El soberbio suele jactarse de ser inconformista y rebelde pero, cuando el destino le da una vara de mando (aunque sea la muy común de criar a sus hijos), se muestra rígido e imperativo, con no pocas dosis de intolerancia. Así pues, no le faltan ocasiones para andar malhumorado y estallar en cólera por la cuestión más nimia, aun a costa de hacer el ridículo.
Son, en fin, tiranos y tiranillos. Algunos protagonizan los acontecimientos y páginas más execrables de la Historia, a otros les basta con ser responsables del profundo malestar de sus empleados, familiares, compañeros o amores. En cualquier caso, todos son la pesadilla de alguien.