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6 de abril de 2010

Mirar con los ojos y ver con el recuerdo


A medida que crecemos, vamos olvidando muchas de las cosas que hemos contemplado de pequeños. Otras, sin embargo, quedan fijas en la memoria, si bien no siempre con una objetiviad clara y fidedigna, sino "adaptadas" a nuestro recuerdo. Hasta tal punto esto es así, que nos cuesta admitir una versión diferente, por más que en el fondo seamos conscientes de que nuestra visión puede estar trastocada. Así, el doctor que nos examinaba por rayos no era solo alto, sino casi un gigante, y al collar de perlas de la abuela nos empeñamos en adjudicarle un color azul cielo.

Los recuerdos nos pertenecen más que ninguna otra cosa y de la misma forma que algunos periodistas no pemiten que la realidad les arruine una noticia, preferimos la magia de lo invocado, aunque no concuerde con hechos, datos o fechas comprobables.
Pasados unos años, ¿cómo recordarán los niños de las fotografías lo que veían agarrados a sus mayores? Por ahora yo puedo decir que era Jueves Santo de 2010, pasadas las siete de la tarde. Una multitud de personas se agolpaba alrededor de las iglesias para presenciar la salida de sus procesiones favoritas. Hasta aquí, datos contrastados; me pregunto si coincidirán con lo que esos niños, cuando crezcan, cuenten que vieron.




5 de abril de 2010

Innovación



El primer día de su jubilación, dejó que el teléfono sonara con el firme própósito de no responder. Pronto se acostumbró a escuchar el ruido de las llamadas como quien oye descargar una tormenta. Tampoco atendía el contestador. Salvo eso, continuó llevando una vida normal. Compraba en los establecimientos de siempre, se cruzaba con los mismos vecinos y salía a pasear con su perro por el parque cercano. A los tres meses, el teléfono enmudeció, aunque él tardó un poco más en percatarse. Tuvo un presentimiento: se averió. Pero decidió no averiguarlo.

Al cabo de un año, comiendo en una céntrica cafetería, vio entrar a un primo suyo con el que hacía muchísimo tiempo que no coincidía. Se acercó a él sonriente, abierto y cercano, invitándolo a sentarse a su mesa. Hora y media después se fueron al cine y, a la salida, quedaron en hablarse y verse más a menudo.

- Te llamo cualquier día de éstos, por si te apetece venir a pescar.
- Mejor te llamo yo....

Afinidades electivas o el afán de pertenencia


No es un aparcamiento. La fotografia está tomada en la Cuesta de Santo Domingo (Madrid), un sábado cualquiera. Allí se concitan, por la tarde, aficionados a las motocicletas tipo vespa. Las dejan en una acera y ellos, en la de enfrente, charlan, observan o simplemente están. Así durante unas pocas horas, como quien cuida de sus niños en el parque, dejando que las vean los ciudadanos que transitan por ahí en ese momento.

Los dueños son variopintos: mayores y jóvenes, elegantes y desaliñados, mujeres y hombres... Su hilo conductor es la moto, "ese" tipo de moto, como otros se reúnen alrededor de sus harleys. Me pregunto cómo hacen para encontrarse, de quién fue la idea, por qué ese lugar y no otro, qué ocurre si un sábado no van... E irremediablemente me viene el título de la novela de Goethe y también las aparentemente extrañas alianzas que se dan en la naturaleza: por qué unos peces están bien con ciertas anémonas, por qué unos minerales casan mejor que otros, etc.

Se diría que, por mucho que subrayemos nuestras peculiaridades, por más que nos asumamos como únicos, por más y más carga de individualismo que llevemos encima, buscamos pertenecer a algún grupo e integrarnos con otros que consideramos afines por alguna cosa, por minúscula que sea. El nexo de unión puede ser la afición por coleccionar un determinadio tipo de objetos o el nombre que nos pusieron al nacer (tengo noticias de alguna reunión de pilarines o cármenes) Da igual, eso hasta puede resultar un juego entretenido, un respiro en el páramo que para muchos es la vida, un alto en la rutina. Lo peor llega cuando esa pertenencia se agranda y sobredimensiona, deviniendo excluyente respecto a otras cosas y personas. Allí nos daríamosde bruces con lo que Amin Maalouf llamó identidades asesinas, en el sentido de sectarismo, intolerancia y miedo a lo que es distinto.

Más allá de la herencia recibida de nuestros padres y abuelos, camina pareja a nuestra socialización como personas la identificación con un símbolo, una idea o un grupo. Nada grave si sabemos domesticarlo, si aprendemos a relativizarlo y si, como individuos, podemos mirarlo con cierta perspectiva.

29 de marzo de 2010

Pareja estable


El pie derecho se queja siempre de que lo aprieto en la parte delantera. Intentando aliviar sus males, se introduce en mí con algodones y esparadrapo alrededor de los dedos. El resultado nunca es satisfactorio, pues al rato me sacude violentamente y voy a dar, con mi tacón de nueve centímetros, contra un extremo de la alcoba.

El pie derecho ha cumplido quince años conmigo. Al principio nos fue bien, pero un día ensanchó. Me acusa a mí de que sobresalga del pulgar un bulto con nombre bastante cómico.

De todas formas, el pie derecho me es fiel y noto que me quiere, aunque ya solo se arrime a mí cuando hay alguien delante. Advierto, entonces, que se enseñorea mostrándome y yo, que también albergo sentimientos, me ablando y esponjo, dejándolo tranquilo mientras presume.

25 de marzo de 2010

Sin palabras

Como la he visto ya difundida en algún dossier de prensa, no creo que El Roto se enfade por inlcuir aquí una viñeta suya, que a mí me parece agudísima, como todas las suyas.



Me pregunto una cosa: ¿la habrán visto quienes nos gobiernan, quienes aspiran a hacerlo, quienes nos administran los euros, quienes negocian los salarios..., en definitiva, quienes deciden por nosotros? Y en caso afirmativo, ¿están dispuestos a pensar en ello?

Plagiar lo inédito


En la edición digital de "EL PAÍS" de hoy a estas horas puede leerse textualmete:

Diagonal TV, productora de La señora, ha salido al paso de las acusaciones de plagio y estudia denunciar a su vez a la escritora Susana Pérez-Alonso. "Lo que esta mujer quiere es publicitar su libro", asegura Jaume Banacolocha, productor ejecutivo. En febrero, la novelista denunció ante la Fiscalía Superior del Principado de Asturias "serias similitudes" entre su novela inédita Melania Jacoby y la serie emitida por TVE-1. La fiscalía, que aceptó la demanda, debe asignar el caso a un jurado (sic) de instrucción. Banacolocha asegura que no se puede copiar algo no publicado...

Sin entrar en el caso concreto, que desconozco, lo que me llama la atención es la úlitma frase, porque el plagio existe con independencia de que lo supuestamente copiado hubiera sido o no publicado. Según el Dicccionario de la RAE 22.ª edición), plagiar es "copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias". Tampoco el artículo 270 del Código Penal español exige la publicación de las obras como requisito previo al plagio.

A mí se me ocurre, incluso, que la mayoría de los plagios se realizan precisamente en relación a obras inéditas, como son aquellas que se envían a concursos, las remitidas a alguien para que las lea y dé su opinión, algunas que se prestan, otras que "se pierden", etc. 

22 de marzo de 2010

Cuestión de matiz

De un tiempo a esta parte, se utiliza el término gafapasta para referirse a toda aquella persona más o menos alternativa que pasea por la calle con varios periódicos en la mano o bandolera (o con  una revista cultural), ve cine siempre en versión original y es aficionado a las bandas sonoras de peículas. Se los confunde con los modernillos, pero nada que ver, porque entre éstos prima más el último modelo de cachivache electrónico que una de Manoel de Oliveira, por ejemplo.

Hurgando un poco más, nos encontramos con los nerds, o aquellas personas con un cociente intelectual superior a la media que, sin embargo, adolecen de las habilidades sociales necesarias para llevar a cabo lo que el común de los mortales hace casi sin pestañear (bailar, charlar con desconocidos, conducir...) Hay quien los confunde sin más con los empollones, pero no son igual. Un verdadero nerd no pierde el tiempo en cosas que juzga banales.

Además, tenemos los geeks, o aquellos que han elegido vivir concentrados en su mundo, altamente imaginativo, desarrollando habilidades técnicas de tipo informático y cibernético. Hay quien los confunde con los hackers, pero no tienen por qué serlo.

Ahora hagamos todas las combinaciones posibles y nos encontraremos a nerds gafatastas, geeks modernillos y hasta hackers empollones, porque ni todas las etiquetas valen ni toda persona puede ser clasificada en una sola categoría. No obstante, de todo ello podemos sacar un conclusión positiva: en el mundo sigue habiendo gente que intenta destacarse, diferenciarse e individualizarse, es decir, no seguir lo que, sin criterio propio, hace grueso de la tropa. Y esto es en sí mismo alabable, aunque para ello se les adscriba a alguna tribu (el ser humano es siempre contradictorio).

En el fondo, me recuerdan a los llamados progres de finales de los setenta, que se paseaban llevando bajo el brazo un libro por lo general de títulos y autores censurados durante la dictadura, o algún periódico de ideología liberal-izquierdista, a veces en francés. Por su indumentaria, gente poco informada los confundía con los hippies, aunque lo único que tenían en común era su oposición a un estilo de vida tradicional y consevador. Espero que, con el paso del tiempo, a los gafapasta, nerds y demás no les pase como a los progres de antaño, muchos de los cuales han caído en los defectos pequeñoburgueses que tanto aborrecían, abrazándose a la religión del poder y quejándose de lo raritos que les han salido sus hijos. Ojalá los de ahora aprendan de quienes les precedieron, sigan siendo ellos mismos y no se disuelvan como azucarillos en el agua. A lo mejor esa es la forma de que el mundo cambie.

19 de marzo de 2010

Ser marcianos

"Un hombre de la Tierra piensa: 'En ese cuadro no hay realmente color. Un físico puede probar que el color es solo una forma de la materia, un reflejo de la luz, no la realidad misma'. Un marciano, mucho más inteligente, diría: 'Este cuadro es hermoso. Nació de la mano y de la mente de un hombre inspirado. El tema y los colores vienen de la vida. Es una cosa buena" (Ray Bradbury, "CRÓNICAS MARCIANAS")

Racionalizamos mucho, incluso a veces demasiado. Buscamos un porqué en casi todo, hasta el punto de desdeñar aquello que no es aprehensible con la mente. Queremos encontrar un significado hasta en las cosas que, por sí mismas, deberían carecer de ello. Siguiendo con las citas, Carlos Edmundo de Ory tiene unos versos que, más o menos (escribo de memoria) vienen a decir que "la física nuclear no me sirve para comprender por qué lloro por amor".

Seguramente no les falta razón a quienes reducen los sentimientos a meras formulaciones químicas, incluso a déficit de determinados metales, sustancias sanguíneas, presencia de elementos olfativos o enlaces neuronales. Pero pienso que, a fuerza de querer entenderlo todo y que ese todo haya de pasar necesariamente por el tamiz del argumento, el ser humano ha perdido en gran medida la alegría de vivir y, con ello, la capacidad de asombrarse, emocionarse, esperanzarse... En definitiva, participar de las cosas que pasan alrededor.

Si ser marciano pasa por vivir plenamente y respetar lo que me rodea, quiero ser marciana.

15 de marzo de 2010

Delibes y el Derecho Mercantil



Hablar de Miguel Delibes, a tres días de su fallecimiento, puede resultar reiterativo. Poca gente debe de quedar sin haber expresado su opinión sobre la vida y la obra de tan insigne narrador. No es mi intención, por tanto, aportar nada inédito, sino tan solo hablar de un episodio que me llamó la atención cuando supe de él: hace años leí que Delibes se había aproximado a la literatura a través de un manual de Derecho Mercantil del profesor Garrigues. Parece que le impactó la precisión de su lenguaje y el uso de los adjetivos. Esta noticia siempre me resultó curiosa, porque normalmente se llega  la escritura creativa por caminos menos técnicos. Ahora bien, cada Saulo acomete su propio camino de Damasco y se cae del caballo como las circunstancias le permiten.

¿Quiere esto decir que, sin Garrigues, no hubiéramos tenido al Delibes prosista? Me inclino a pensar que habría escrito en cualquier caso y que las lecciones mercantilistas no fueron más que el detonante de su actitud, capacidad y talento expresivo. Por eso, la referida anécdota puede que no sea más que un hecho insignificante en su carrera, aunque a mí me parece que no es fácil que un escritor reconozca una influencia aparentemente extraña al mundo creativo. Por tanto, que él lo hiciera señala una honradez intelectual  incuestionable, lo que lo engrandece y nos da pistas sobre su personalidad.

Por otro lado, me habría gustado saber qué le suscitó a don Joaquín conocer que, tal vez sin proponérselo, se encontraba entre las musas y que algún estudiante escudriñaba sus libros, no tan sólo para aprobar la asignatura, sino con la curiosidad de quien en ese momento se prenda de las palabras escritas.  Por eso lo importante es ir sembrando y que luego la magia opere el resto.

14 de marzo de 2010

Tom Stoppard y Safo


En la obra Rock'n'Roll, recientemente representada Madrid, Tom Stoppard nos habla de muchas cosas. El hilo conductor es Praga, pero también Europa, las ideas, Syd Barrett, el relevo generacional, la cultura de masas, el poder... Igualmente se detiene en Safo, a propósito de mostrarrnos ciertas vidas dedicadas al estudio de los clásicos y de las llamadas lenguas muertas. Resulta estimulante ver cómo uno de los personajes principales, filósofo comunista y profesor en Cambridge, asiste irónico y divertido a alguna de las clases que tutoriza su mujer, quien ayuda a sus alumnas a diseccionar con precisión y rigor los versos sáficos.

Max, que así se llama nuestro hombre, no se da cuenta de que, con el paso del tiempo, él y otros tantos como él serán también objeto de análisis e investigación. Cuando, hacia el final de la obra, se pregunta qué ha sido de los obreros orgullosos de serlo y de aquellas ediciones de poesía que se agotaban nada más ponerse en venta, empieza a darse cuenta de que el mundo en el que ha creído (como una Arcadia intelectual) y por el que, con sus medios y desde su posición, ha trabajado (conferencias, artículos y también espionaje) ya no es más que una célula en un microscopio, mero objeto de museo o laboratorio,o estado de cosas al que han contribuido todos.

Al final, como en la canción de Aute, nos queda la música (y yo diría que los clásicos).