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24 de junio de 2010

Año Nuevo


Con el solsticio de verano se cierra un ciclo. La luz empieza a menguar y el estío abre un paréntesis en nuestras vidas. Nunca entendí por qué celebramos la llegada de cada nuevo año en enero, cuando lo lógico sería hacerlo conincidir con las fechas en las que ahora nos encontramos. De hecho, durante la noche de San Juan, la costumbre es quemar y desprendernos de todo aquello que nos resulte pesado, molesto o desagradable, renaciendo más limpios y ligeros. Se trata, en suma, de un rito de purificación.

Para el misticismo y la interpretación hermética de algunos monoteísmos, el 21 de junio está marcado por el agua (S. Juan Bautista), que arrastra los yerbajos y la maleza que nos impiden avanzar. Con él llega el recogimiento (se encogen los días), en paulatina preparación para la crecida de la luz, a partir del solsticio de invierno (las saturnales romanas, nuestra Navidad).


Todos hacemos balances y propósitos cuando llega el verano. Interiormente señalamos esa frontera en el calendario. Por eso os deseo que tengáis un FELIZ AÑO NUEVO.


10 de junio de 2010

Identidad de identidades


Es importante tener conciencia de lo que somos, porque así podremos saber más acerca de nuestras limitaciones y actuar en consecuencia. Nosce te ipsum (conócete a ti mismo) pone en el frontispicio del templo de Delfos, lo que viene a decirnos que debemos pasarnos la vida procurando ser auténticos y honestos con uno mismo, sin caer en espejismos y apartándose de las empresas inalcanzables. ¿En eso consiste la felicidad? A lo mejor sí. Se me antoja, además, una tarea continua, porque creo que las circunstancias y los momentos nos van moldeando. En fin, que tenemos ocupación para mucho tiempo... Desde este punto de vista, la identidad sería ese conglomerado de trazos propios que nos caracterizan y llegan a diferenciarnos de otras personas, aunque sean muy parecidos a los de ellas. Me pregunto si, desde este punto de vista dinámico y evolutivo, podemos desarrollar varias identidades, como quien pertenece a distintos clubes, o por el contrario albergamos dentro la esencia de lo que somos.

¿Cuál sería mi esencia? Una vez me asomé al espejo que porta en su mano el mono de Heidelberg y vi algo gracioso. ¿Será el humor?

8 de junio de 2010

De arañas

Tengo entendido que algunos cosmonautas, en sus misiones, se han llevado arañas para observar su comportamiento. Parece que la falta de gravedad las lleva a tejer unas telas sin pies ni cabeza, muy alejadas de la estructura geométrica a que nos tienen acostumbrados aquí en la Tierra. Vamos, como si la abuela hubiese tomado algo raro y llenara la labor de puntos sueltos y enloquecidos dibujos. Cualquiera de mis yayas habría quedado muy poco satisfecha del resultado de su trabajo y, a decir verdad, me las imagino deshaciendo el paño, el cojín o lo que tuvieran entre manos, hasta que la hazaña saliera de su gusto. Pues lo mismo les ocurre a esos artrópodos, porque al cabo de los días empiezan a acostumbrarse a su nuevo hábitat y vuelven a entrelazar sus hilos a la manera clásica. Pero, hasta que se acostumbran, ríanse del ácido lisérgico.

Hay personas que viven como arañas, desplegando redes donde los demás puedan caer y con el único propósito de engullírselos, es decir, de que desaparezcan. Trenzan sus tramas a base de sutileza y disimulo. Atraen a la víctima con artificio y astucia, casi siempre valiéndose de algo que pueda cautivar al futuro mártir, que la mayoría de las veces no se percata de su infeliz destino. ¿Quién no se ha topado alguna vez con una araña humana? Por eso se me ocurre que, a lo mejor, cambiándoles el sentido de la orientación, hilarían trampas defectuosas y podríamos escaparnos por los agujeros. Resumiendo, contra la manipulación, jugar al despiste. Con un poco de suerte, esas personas se pierden en su propia confusión.

Nota: A la memoria de Louise Bourgeois, cuyas arañas no pican, pero hacen pensar.

5 de junio de 2010

Grandes simios


La especie humana siempre ha tenido bastante de egocéntrica, en el sentido de que nos creemos los reyes del paraíso, los dueños y señores del orbe. Todo gira en torno a nosotros, hasta el punto de que en un tiempo ideamos dioses que imitaban nuestro comportamiento (ahí están Artemisa, Zeus o Afrodita) y luego nos dio por pensar que éramos nosotros los que estábamos hechos a imagen y semejanza suya (el monoteísmo es lo que trajo) Cualquier argumento es propicio, en definitiva, para salir a bailar a la pista a bastante sobraditos, sin atender siquiera a la orquesta, porque es ella la que debe seguirnos y amoldarse a nuestro ritmo.

Cuestiones filosófico-religiosas aparte, quien más quien menos se quiere tanto que se pasea por este mundo sin cuestionarse sus actos, pero, eso sí, poniendo muy a menudo en solfa los del vecino. Creyéndonos los reyes de la creación, hemos diezmado bosques y selvas, aplastado especies animales, agotado acuíferos, variado el paisaje, mudado el clima... Y lo peor de todo es que pensamos que la responsabilidad es ajena.

Mientras tanto, estamos condenando a gorilas, chimpancés y orangutanes a una vida que no buscaron, para que nuestros preciosos simios sapiens arramplen con todo, hasta con los cuatro lirios que el alcalde de Madrid ha puesto en el Manzanares, porque el mono tiene derecho a bañarse donde le dé la gana.



Nota: Hoy es el día mundial del medio ambiente y, aunque soy bastante escéptica respecto a estas conmemoraciones, valga al menos para reflexionar sobre todo lo que va a perderse por la acción directa de las personas.

31 de mayo de 2010

Hooper, blues y el Alphaville

Ahora lo llaman Km 0,8 e intenta abarcar un cuadrante donde conviven en Madrid varias salas cinematográficas, la mayoría de un mismo dueño. Pero al principio sólo fue el Alphaville, que ya ni existe como tal. De todas formas, a veces se nos escapa su antiguo nombre y, en vez de denominar al cine que ocupa su lugar con su nuevo y legítimo apelativo, sale de nuestra boca un mantra que vuelve a evocar la ciudad alfa de Godard.

Una de las primeras películas que vi allí fue “El amigo americano”, de Wim Wenders, con un Dennis Hooper tan soberbio, que a partir de entonces me hice adicta a sus interpretaciones (me pasa con muchos artistas; soy promiscua en lo cultural) No sé si por casualidad o qué, pero la fortuna quiso que fuera en ese local y no en otro donde mi persona viera casi todos los filmes de tal sobresaliente actor y, claro, no pude por más que acudir en su día al estreno de “Caído del cielo”. La amargura de su argumento, las pinceladas incestuosas y el dolor de los personajes los recibí hábilmente subrayados por los blues de Neil Young y otros músicos, todo ello mezclado en armónica cadencia con las sombras blancas de la cinta.

Para mí Dennis Hooper no ha sido sólo un maldito, como desde ayer apuntan periódicos y foros. Forma parte de mi andadura personal, de mi modesto aprendizaje, de mi pirueta vital. Por eso, siento que con su recientísima muerte he cerrado para siempre la puerta del veterano Alphaville.

28 de mayo de 2010

El payaso cojo


Algunas veces he visto a un payaso realizar toda una suerte de malabares y equilibrios aprovechando los cambios de semáforo. Concretamente, me lo suelo encontrar en Mateo Inurria con Plaza de Castilla y en Virgen del Puerto con calle Segovia. Cuando el disco está en rojo y los coches se detienen, ese muchacho aprovecha para hacer piruetas, jugar con pelotas y esbozar siempre la mejor de sus sonrisas. Lo veo muy profesional, entregado a su trabajo, concentrado en lo suyo.

Los payasos caen bien en general y, encima, éste tiene bastante mérito, pues le falta la pierna izquierda y, aun así, no hay quien lo gane en hacer el pino, sostenerse sobre un solo brazo o caminar cabeza abajo. Sorprende su pericia, que denota no poca fuerza de voluntad y muchas horas de entrenamiento. Este payaso no lleva muletas, se traslada de la acera a la calzada a saltos sobre su único pie y da la impresión de que nadie lo ayuda, pues siempre lo he visto solo.

Cuánto me acordé ayer de él, pues anduvieron cojos en el hemiciclo parlamentario, aunque allí todos se sirvieron de trucos y muletas.






Un voto, please

Un solo voto es muy importante. Quien diga lo contrario, miente u oculta algo. Por un voto se aprobó ayer en el Congreso un controvertido decreto gubernamental. Como todo el mundo conoce de qué se trata, eludo repetir la noticia que ha abierto telediarios y sido portada de periódicos. Me pregunto qué legitimidad profunda puede dar un solo voto de más, pero así son las reglas del juego que tenemos. C’est la vie! En cualquier caso, pone de relieve la notable división que existe en temas que deberían concitar un verdadero consenso. Pero, insisto, estas son las pautas con que nos regimos y permiten que, por conseguir un voto más que los adversarios en las próximas elecciones, los diputados hicieran ayer lo que hicieron. En fin, no me negará nadie que esta gente siempre está en campaña. Se trata, pues, de mantener posiciones, de dar buenos cuartos al pregonero (de las radios y demás medios) y seguir a lo suyo, que es sumar adeptos.

De esta forma, por continuar congraciados con potencias que en esta crisis  económica únicamente persiguen sus intereses particulares, los que gobiernan  nuestro país defendieron lo que hasta entonces se libraban mucho de justificar.

En cuanto al resto, tampoco se salvan: buscando tu voto o el mío, la oposición se libró de aportar mejores ideas. Por un voto, los convergentes se abstuvieron. Por un voto, los minoritarios opinaron en contra. Por un voto, por un voto, por un voto... Para que luego pienses que tu papeleta no vale. Pues algo ha de importar, cuando se la disputan tanto. Y es que, traducido a escaños,  cuando los problemas aprietan, a veces las cosas se “ganan” por un solo voto.




            

27 de mayo de 2010

Lo que bien empieza...


Sé de parejas que se sumergen en los preparativos de su boda con muchos meses de antelación. Ya no es solo la casa, sino el traje (de la novia, por supuesto), el menú, la fiesta, los invitados, el viaje y cien cosas más. Me han hablado de iglesias que tienen todas las fechas reservadas hasta dentro de tres años, aunque siempre he pensado que esto es porque casi todo el mundo quiere casarse en los mismos días y a las mismas horas. Supongo que si alguien quisiera dar el paso canónico un lunes lectivo, por ejemplo, a las once de la mañana, no habría problema.

Entiendo que es un día importante, para compartir con los allegados, disfrutarlo como si el mundo se hubiese detenido y sólo importaran quienes sellan su compromiso ante las miradas de familiares y amigos. Comprendo que el casorio convierte a estas personas en protagonistas de una película cuyo guión han elaborado ellas mismas, en el difícil intento de que un acto social tan extendido desde siglos remotos, lleve sin embargo algún sello personal.

Pero he aquí que, a veces, el marchamo de autor no lo imprimen quienes se casan, sino hechos externos, casi siempre inesperados y, por lo tanto, extraordinarios. Me imagino que la pareja de la fotografía supo apreciar el alfombrado que "le regaló” MoviStar tan venturoso día y, por eso, se retrataron gustosos, ajenos a las riadas de gente que caminaban por esa Gran Vía azul de la que ya he hablado en este mismo blog. Yo les robé la instantánea de lejos, mientras posaban ante su fotógrafa. Viendo la imagen, quiero apostar por su felicidad, pues me sugiere que son capaces de amoldarse bien a las circunstancias y de saber aprovechar las buenas ocasiones.





25 de mayo de 2010

Ballesta Connection


Existía hace tiempo un cancioncilla universitario-juvenil que, en una de sus estrofas, decía “La calle de la Ballesta la van a desinfectar. Envueltos en las sombras, caminan muy felices cuarenta y cuatro grises...” La referencia a las redadas policiales estaba más que clara y obedecía a que la suerte dispuso para esa señera vía un porvenir de sofá y bidé, encajes y colonia espesa. Esta calle forma parte del que ha sido durante muchísimos años el corazón rojo de la cuidad y en él, desde hace relativamente poco, un grupo de diseñadores y artistas jóvenes han ocupado algunos de los antiguos meublés para exponer y vender sus obras, mayoritariamente enmarcadas en el mundo de la moda.

Uno de aquellos lupanares va a ser derribado próximamente, pues parece que el edificio no aguanta muchos trotes más, al menos para la oficialidad. Se trata del inmueble que aparece en la fotografía y, como puede observarse, la fachada fue decorada por sus actuales moradores con motivos chinescos, en concordancia con el rótulo comercial del local abierto en sus bajos (“La maison de la lanterne rouge“) Como despedida, el pasado fin de semana se montó una fiesta artística en la primera planta de la casa. Varios creadores reinterpretaron el prostíbulo de antaño, cuyas paredes aún destilan olor a confidencia, asueto y regocijo, pero también a silencio, amargura y destierro.

Entre el laberinto de pasillos, puertas y cortinas, me topé con un reportaje fotográfico donde aparecía, como modelo, un chico que me resultó familiar. Te cruzas con tantos rostros al cabo de los días, que de primeras no caes en la cuenta de quién es ese que te va mirando desde el cristal que protege su imagen: aquí enfundado en unos pantalones de impecable corte, allí con una camisa de cuello imposible y en aquel otro rincón asomando su naturaleza de diva austriaca.

Pero de pronto se te hace la luz interna y te dices: ¡es mi vecino, el que madruga tanto como yo, el que hace la compra con carrito, el que vive con ese chico tan...! Y también caes en la cuenta de que, más allá de un intercambio de saludos, jamás has cruzado una frase con él, ni para hablar del tiempo. Me pregunto si la próxima vez que coincidamos en el portal será como siempre, o flotará en el aire un suave rumor a “Ballesta Connection”

19 de mayo de 2010

La flauta mágica o movimiento de capitales

Mientras llegaba a casa, he visto a un flautista callejero. En el suelo, un gorro con la boca abierta en actitud pedigüeña. Al lado, un perrillo que se lamía las patas. Lo normal... Pero, al escuchar las notas que se iban encadenando en el aire, he sonreído para mis adentros: estaba tocando "A las barricadas" y de verdad que lo hacía muy bien.

Me he parado frente a él, le he dicho algo a su acompañante canino y, mientras sacaba el monedero, dos monjas le han soltado un billete de cinco euros. Así que no he podido por menos que asociar el himno ácrata que ejecutaba el músico con la equis en la casilla de la declaración del IRPF y me he dado cuenta de que, para acto libertario, el de esas dos religiosas.