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17 de septiembre de 2010

Don de lenguas

Escucho en la radio la honda preocupación del ministro de Educación por el escaso nivel que, en el conocimiento de idiomas, poseemos los españoles. Parece que este déficit obedece principalmente a las políticas educativas, que han arrojado a generaciones enteras al grotesco chapurreo, cuando no al limbo de la mudez. Sobre todo, la inquietud ministerial se centra en el inglés, que se ha ganado (por dejación de otras, todo hay que decirlo) el título de lengua vehicular, como en su momento fue el latín o aspiró a serlo el esperanto. Nada que objetar al Sr. Gabilondo. Comparto sus tribulaciones. A mí también me gustaría que todos salieran de la Secundaria hablando y escribiendo dos idiomas foráneos y que, como en tantos países, al menos uno de ellos con igual destreza que la lengua materna. Ojalá se consiga y podamos desterrar al olvido la ingente cantidad de chistes en los que nuestra infinita ignorancia o tosca pronunciación arrancan las carcajadas de media humanidad.

Pero también me preocupa lo mal que se habla, en general, el castellano, que es la lengua en la que yo me expreso diariamente. Estoy alarmada por el deterioro que sufre y a veces pienso que la estamos perdiendo por completo. Sólo se me aleja la zozobra cuando escucho hablar a personas latinoamericanas, cuya precisión en el uso de las palabras, sea cual sea su formación y edad, supera con mucho a la de la mayoría de mis compatriotas. Sin ir más lejos y a propósito de los mineros que permanecen soterrados en Chile, a la espera de que los rescaten, escuché a una jovencita de no más de quince años expresar a cámara lo que sentía por tener a su padre atrapado allí abajo. La claridad con que habló, la exactitud de sus giros y la corrección sintáctica me hizo desear en ese momento que la entrevista se alargara más allá de los cuarenta o sesenta segundos que debió de durar aquello. Esto no suele ocurrirme cuando escucho a muchos españoles (incluso periodistas) emitir frases sin artículos, olvidar cómo se pronuncian debidamente las sílabas ge y gi, aspirar la hache en palabras que en castellano han llevado siempre hache muda o, finalmente, empeñarse en que toda uve doble es hija de la fonética anglosajona. Son sólo cuatro ejemplos, pero podría poner muchos más. Y lo peor de todo es que hace años, en el colegio, a algunos les bajaban nota por expresarse de forma tan desastrosa.







9 de septiembre de 2010

Foto de foto o el cazador cazado


Poca gente conozco a la que no le guste fotografiarse. En general y fotogenia aparte, a veces rezongando, atusándonos el pelo u ordenando los botones de la ropa, el caso es que las personas solemos acceder a que nos inmortalicen. Cualquier evento o paraje son propicios y servirán de excusa para que alguien, cámara en ristre, deje testimonio de ese instante..., como los japoneses de arriba.

Con el auge de lo digital, además, hemos multiplicado por ene las fotos que hacemos y nos hacen: que el niño ha llegado el décimo en una carrera colegial, foto al canto; que la abuela ha cambiado de peinado, fogonazo de flash y, así, lo que ustedes quieran. Al fin y al cabo, desde que en el siglo XX se acuñara el eslogan de “una imagen vale más que mil palabras”, casi todos hemos sucumbido con gusto a esa magia.

Cuando pasa tiempo y revisamos imágenes, repasamos también nuestra vida y, aparte de celebrar o rememorar el acontecimiento que se plasma en las fotos, a menudo nos preguntamos qué habrá pasado con tal o cual persona, dónde habrá ido el traje que llevábamos puesto, quién ocupará la casa que ya no es nuestra o cómo habrá quedado el incipiente paseo marítimo. A mí también me gusta especular con la posibilidad de que sólo haya un ejemplar de la instantánea que contemplo y, si se pierde o se elimina, pueda desvanecerse para siempre un trozo de mis recuerdos. Son minutos excitantes en que yo, humilde mortal, acabo poseyendo la facultad de arrojar a un agujero negro cualquier recuerdo aciago.

Volviendo a los japoneses, el chico tal vez atrapó y congeló para siempre una gota de encanto, diversión y asueto, esto es, la imagen de su acompañante en ese preciso momento. Pero a mí lo que me ha salido es la inmensa de felicidad que les traspasaba a ambos.







7 de septiembre de 2010

Episodios sicilianos (II): Los tiempos están cambiando


Hay en el exterior una batalla furibunda/ pronto golpeará sus ventanas y crujirán sus muros/ porque los tiempos están cambiando. (Bob Dylan)

Los primeros normandos que arribaron a Sicilia iban “de Cruzada”, esto es, a luchar contra los musulmanes y tomar el territorio para la cristiandad. Nosotros también tuvimos nuestra Reconquista, por lo que no nos sorprende la cantidad de iglesias e imágenes diseminadas por toda la isla. Me han llamado la atención aquellas en las que se aprecia el influjo oriental, casi casi como en Bizancio, llevándoles a compartir el rito católico con el ortodoxo. También he visitado catedrales en las que algunas de sus columnas de la nave central provenían de antiguos templos griegos o romanos (paganos, en suma). Se diría que, desde siempre, las cosas se han ido acomodando al paso del tiempo, integrando elementos y flexibilizando posturas, para acercarse a la realidad.

En Noto, un pueblecito plagado de palacios barrocos y casas solariegas, el museo de la catedral alberga los porta-mitras que aparecen en la fotografía de arriba. Observándolos hoy, no he podido por menos que imaginarme cómo serán las ropas y atuendos de las obispas y cardenalas, cuando el derecho canónico permita que las mujeres accedan al sacerdocio, igualándose así a las anglicanas y luteranas.

Este verano, una norma vaticana declaró que la ordenación de mujeres es un delito de fuero eclesiástico, perseguible por los tribunales de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se pretende exterminar de raíz el tema de las ordenaciones de sacerdotisas que, de unos años a esta parte, vienen practicándose en algunos lugares. Pero me parece a mí que esta salida de la iglesia oficial, más que resolver el problema a favor del dogma, lo que ha hecho es evidenciar aún más lo anacrónico de la organización eclesial, en un mundo donde las mujeres ya están presentes en la mayoría de los estamentos. Cuesta asumir que no haya párrocas, cuando existen teólogas, profesoras de religión, santas que hacen milagros, doctoras de la Iglesia, ha habido abadesas de ilimitados poderes y hoy casi siempre son mujeres quienes se encargan de leer, pasar el cepillo o cantar en las misas.

Como me gusta pensar bien, creo que tarde o temprano todo esto se enmendará, porque “los tiempos están cambiando”.

Nota: Dedicado a Rosa, Pilar, Mª Carmen, Lourdes, Conchita y tantas otras.

En todas partes cuecen habas


Hace meses, en un blog amigo, su autora colgó una fotografía parecida. Cuando vi este coche el mes pasado, no pude por menos que recordarlo y constatar cómo cunde el mal ejemplo, o como ella insinuaba, la falta de educación.

5 de septiembre de 2010

Emisiones



Alguna vez me he confundido al tirar algún residuo a la basura. Sin querer, ha ido una chapa de botella junto con los restos de fruta o viceversa. Menos mal que me he dado cuenta y he podido deshacer la fechoría, no sin reprenderme seriamente a mí misma por el despiste: “Guapa, es que vas como un zombi, no te fijas. ¿Para qué tienes tanto cubo con bolsas de diferentes colores, a ver? Si sigues así, por tu culpa van a morir más peces, ya no habrá primavera, estás contribuyendo al deshielo polar, desaparecerá Tarifa ...” Y hago propósito de enmienda para estar más atenta porque, a decir verdad, me lo tomo en serio y sé que los objetivos de Kyoto dependen de la actitud responsable de los ciudadanos de a pie y subrayo lo de “a pie”, pues no comprendo cómo no se toman medidas más eficaces contra las emisiones de CO2, verdaderas causantes del efecto invernadero y cambio climático. ¿Qué pasa con esos vehículos que atestan carreteras y calles? A lo mejor purifican el aire y aún no me he enterado.

3 de septiembre de 2010

Episodios sicilianos (I): Contrasentidos

Garibaldi mira a los paseantes desde mil rincones. Subido a pedestales, rodeado de gaviotas o palomas, cubierto de guirnaldas secas e incluso rotulado por manos grafiteras, eleva su pétrea mirada como sólo pueden hacerlo quienes han pasado a ser semidioses oficiales, esas figuras triunfantes nacidas para pasar a la Historia eclipsando otras historias... El revolucionario libertador y unificador de Italia, látigo de aristócratas, prelados y estamentos ociosos, sacudió el polvo de borbones y habsburgos, asentando en el trono a la Casa de Saboya. Paradojas de la vida.

En Palermo, deambulando hacia el puerto a través de calles plagadas de edificios nobles del XIX, puedes toparte con la mansión donde Visconti filmó algunas escenas de “EL Gatopardo”. Al verla, recuerdo a ese Burt Lancaster-Príncipe de Salina que se desazonaba comprobando cómo avanzaban las tropas garibaldinas, poniendo en peligro las estructuras sociales imperantes hasta entonces. Pero no olvidemos que, al observar cómo algunos parientes se alistaban a las huestes rebeldes, su espíritu se va tranquilizando hasta ser capaz de analizar, con pasmosa lucidez, lo que está sucediendo y lo que irá a ocurrir. Cuando el personaje dice que todo ello se trata de “…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está", vaticina la incongruencia y nos advierte a todos.

Los gatopardos siguen vivos y no son sólo sicilianos.

1 de septiembre de 2010

Como objetos


El País Semanal tiene una sección dedicada al sexo. En ella se lanza una pregunta y publican las respuestas de lectores y de algún famoso. El domingo pasado (página 83) le tocó a Cayetana Guillén Cuervo el honor de contestar a la siguiente cuestión: ¿Qué experiencia exótica querría tener este verano? A lo que la conocida actriz y presentadora literalmente contesta: “Pues mira, ya que pasamos estas vacaciones en Indonesia, me apunto a una experiencia asiática. Tengo amigos que viven allí que me aseguran que una vez que has probado el sexo con una chica asiática, te cuesta volver a la mujer europea. Y como los chicos indonesios no me gustan especialmente (físicamente, por supuesto, porque de carácter son como para llevártelos a casa), tendremos que probar el rollo bollo. ¡Seguro que mi chico no nos deja solas!”

Huelga decir que me parece estupendo lo que la Sra. Guillén sueñe, evoque o desee y que me importa un bledo lo que haga durante sus vacaciones. Pero cuantas veces leo sus palabras, más se me asemejan a las conversaciones zafias que, en boca de los peores machos, tanto hemos denostado siempre. Me chirrían porque parece que se trata a las mujeres asiáticas como objetos lúbricos nada más, a la altura de un consolador o de una muñeca hinchable. Y me molesta también que, por el tono empleado, se anime a la gente a salir al encuentro de la presa asiática, de esa esclava que deberá satisfacer todas nuestras fantasías.  Yo creía  que esa forma de turismo sólo la practicaba otra clase de personas.



4 de agosto de 2010

Ciao


Gracias por tu incondicional afecto. Hasta siempre, Chispa. 

Neorrealismo era mujer

Ha fallecido Suso Cecchi D’Amico, guionista de más de un centenar de títulos imborrables del cine italiano. Colaboradora asidua de Antonioni, Visconti, Rossellini y tantos otros que nos han brindado kilómetros de celuloide en estado puro. El séptimo arte le debe a esta mujer, nacida con la I Guerra Mundial, la magia de haber sabido plasmar en papel lo que luego otros pasarían a imágenes y sonido. “Ladrón de bicicletas”, “Bellísima”, “Las noches blancas”, “Rufufú”, “Rocco y sus hermanos”, "Ludwig" o las más recientes “Ojos negros” y “Caravaggio”, probablemente no habrían sido igual si hubiesen salido de otra pluma. Cuando volváis a ver “El Gatopardo”, recordad que fue una mujer quien hizo hablar a los garibaldinos que allí se retratan y que, gracias a ella, dio la vuelta al mundo esa maravillosa novela de Lampedusa. Quienes hemos crecido y, en cierta manera,  nos hemos formado con cine, cine y más cine estaremos siempre en deuda con la Sra. Cecchi.



26 de julio de 2010

¿Viene el agua?

Nuestros antepasados decían que “la letra con sangre entra”, en relación a que, si alguien no hace lo que debe, por medio de castigos se consigue reformar su terca actitud. En los tiempos que corren, parece que este aforismo ha caído en desuso, al menos en su acepción más literal, pues incluso para la doma o adiestramiento de animales son cada vez más numerosas las voces que se inclinan hacia métodos menos contundentes (y yo me alegro). Sin embargo, existen eventualidades que me llevan a pensar que ciertos estamentos se valen de truquillos para, bordeando esa máxima tan antipática y anacrónica, imponernos el comportamiento que estiman adecuado. En este sentido y desde hace tiempo, el Canal de Isabel II viene indicándonos a los madrileños que el agua es un recurso limitado, que no podemos malgastarla, advirtiéndonos de las graves consecuencias que su abuso o mal uso pueden acarrear a medio plazo. Lo cierto es que las campañas informativas y la tarifación más alta de aquellos que despilfarran H2O no deben de haber conseguido los objetivos deseados, así que se han decidido a aplicar otros procedimientos. Olé sus...narices. Veamos:

Desde el viernes 23 de julio por la noche, los vecinos y comerciantes de más de cien portales de mi calle estamos sin suministro de agua. Todo vino por el reventón de una cañería. De pronto empezó a manar una fuente en mitad del asfalto, formando regatos que, aparte de limpiar calzadas y aceras muy sucias, refrescaron a esos sufridos árboles que, con el estoicismo que los caracteriza, aguantan calores, orines, colillas, humos de coches y hasta heces (de perro, se entiende; los pises tienen diversas procedencias). Avisado el Canal, éste procedió a cortar inmediatamente el abastecimiento de un buen tramo de una avenida y algunas calles adyacentes, situadas en uno de los barrios más populosos de nuestra cuidad, donde conviven personas de todas las edades, nacionalidades, profesiones y rentas, al lado del Puente de Segovia. El sábado amaneció espeso, en lo que a temperatura se refiere. Fuimos al lavabo y, ¡oh desilusión!, ni una mísera gota. En fin, había que informarse y actuar en consecuencia. A través del teléfono de Atención al Cliente, decían que la avería se arreglaría a lo largo de la mañana y tarde de ese día. Mi primer té lo hice con media jarra de agua que guardaba en la nevera. A la calle, pues, carrito en ristre, en busca de botellas y garrafas para beber y cocinar. Lo normal en estos casos. Llegué al punto de la rotura y vi a un señor metido de cuerpo entero en una zanja, utilizando una pala. Otro operario miraba cómo lo hacía. Eché un vistazo alrededor y ni rastro de ingeniero o técnico que dirigiera aquello. Yo, en mi ingenuidad y desconocimiento, pensaba que llegaría alguien con planos, para acometer más fácilmente la cañería rota, sin llevarse por delante conductos de gas o cables eléctricos, pero deben de ser muy profesionales y no necesitarlos. Cerca de las dos de la tarde llegaron unos camiones con bolsitas de agua. Iban dejando contenedores cada cincuenta metros, aproximadamente. En total, seis artefactos con unas doscientas bolsas de litro cada uno. Se agotaron en un pispás. Normal; ya he dicho que en mi barrio vive mucha gente. Medio aseados con el agua que compré en la tienda, decidimos salir a comer fuera y ver una peli. Lo primero transcurrió sin incidentes, pero al llegar al cine ¡tenían cerradas tres salas por avería del Canal! Estaba claro, también en ese distrito aplicaban la nueva técnica de educación para el ahorro de agua. ¡Qué listos!

Hoy es lunes 26, seguimos con los grifos secos, la ropa sucia descansa en la lavadora, los cacharros manchados atestan el lavavajillas... por no hablar de otras cosas. Me he trasladado a un hotel cerca de casa, porque no puedo (ni quiero) permitirme el lujo de llegar a trabajar maloliente y desaliñada. En Atención al Cliente me indican que todo sigue igual y ya no saben qué decir.... Mejor, porque las narices largas no favorecen mucho. Ahora, eso sí, creo que mis vecinos y yo estamos ahorrando mucha agua.