Acaban de salir al mercado las memorias de Bush, sí el que buscó hasta la saciedad esas armas de destrucción masiva que jamás halló. Reconozco que solo he leído las reseñas y resúmenes que hace la prensa, pues no me veo visitando Amazon con la finalidad de hacer un pedido así. ¡Y miren que he comprado a veces cosas inútiles!.
El caso es que los párrafos entresacados por los comentaristas no tienen desperdicio (y les prometo que he le leído periódicos de varios signos ideológicos, si se me permite esta licencia, pues cada vez aprecio menos matices distintivos entre unos y otros). Todos destacan esa naturalidad que entronca con su querencia por poner pies y zapatos encima de las mesas y, al respecto, quien otrora gobernó el mundo dice: “No importa qué imagen tenga la gente de mí. Ya no importa. Y francamente tampoco me importó entonces”. Al leer esto me lo imaginé con el pecho descubierto, encima de una carroza festejando el Día del Orgullo y cantando a voz en grito la canción que escribieron Nacho Canut y Carlos Berlanga cuando se denominaban “Alaska y Dinarama”. Lo siento, una también sufre visiones de cuando en cuando; debe de ser el estrés...
Ahora bien, lo que más me ha asombrado es que George W. Bush se define a sí mismo como un bibliófilo. Apasionado de la lectura, afirma que durante su mandato no paró de ejercitar la vista con páginas y páginas de libros, hasta el punto de haber jugado con uno de sus asesores a eso de “a ver quién lee más”. Le ganó el otro (110 volúmenes contra 95), pero él ostenta los laureles de ser quizá el humano que más biografías de Lincoln se ha tragado: catorce en total. Aunque lo malo de esto es que se ha identificado con don Abraham, hasta el punto de decir “él también fue vilipendiado por la gente, pero se mantuvo firme a sus principios” .
Ahora díganme ustedes qué tiene en común un presidente que abolió la esclavitud, trató de evitar por todos los medios la Guerra de Secesión y, al término de esta, promulgó medidas de reconciliación nacional vigentes hasta ahora, con ese otro que ordenó invadir países y en cuyo nombre se bombardearon indiscriminadamente miles de kilómetros cuadrados habitados por hombres, mujeres y niños ajenos a esa locura. Díganme, por favor, si se parecen en algo quien ha pasado a la Historia como baluarte de la unidad y de la dignificación de los hombres, pagando con su vida por ello, con quien ideó “limbos jurídicos” como la prisión de Guantánamo y dio manga ancha a sus militares para emplear la tortura en sus interrogatorios.
Creo que está claro y, salvo que alguien opine otra cosa, Bush Jr. no sabe leer.