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28 de mayo de 2010

Un voto, please

Un solo voto es muy importante. Quien diga lo contrario, miente u oculta algo. Por un voto se aprobó ayer en el Congreso un controvertido decreto gubernamental. Como todo el mundo conoce de qué se trata, eludo repetir la noticia que ha abierto telediarios y sido portada de periódicos. Me pregunto qué legitimidad profunda puede dar un solo voto de más, pero así son las reglas del juego que tenemos. C’est la vie! En cualquier caso, pone de relieve la notable división que existe en temas que deberían concitar un verdadero consenso. Pero, insisto, estas son las pautas con que nos regimos y permiten que, por conseguir un voto más que los adversarios en las próximas elecciones, los diputados hicieran ayer lo que hicieron. En fin, no me negará nadie que esta gente siempre está en campaña. Se trata, pues, de mantener posiciones, de dar buenos cuartos al pregonero (de las radios y demás medios) y seguir a lo suyo, que es sumar adeptos.

De esta forma, por continuar congraciados con potencias que en esta crisis  económica únicamente persiguen sus intereses particulares, los que gobiernan  nuestro país defendieron lo que hasta entonces se libraban mucho de justificar.

En cuanto al resto, tampoco se salvan: buscando tu voto o el mío, la oposición se libró de aportar mejores ideas. Por un voto, los convergentes se abstuvieron. Por un voto, los minoritarios opinaron en contra. Por un voto, por un voto, por un voto... Para que luego pienses que tu papeleta no vale. Pues algo ha de importar, cuando se la disputan tanto. Y es que, traducido a escaños,  cuando los problemas aprietan, a veces las cosas se “ganan” por un solo voto.