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21 de septiembre de 2011

Tomar decisiones


¿Cuántas decisiones tomamos al cabo del día? ¿Y del mes? ¿Cuántas veces lo hacemos sin percatarnos de ello? ¿Cuáles nos llevan más tiempo tomar? Está claro que no es lo mismo decantarse entre tomar café o té, que aceptar un trabajo u otro, por ejemplo, y ni les cuento si, en mi caso, se trata de escoger entre una falda o un vestido (en fin...). Pero he observado que, muchas veces, lo que termina siendo uno de los acontecimientos más decisivos e importantes en nuestra vida, al principio no fue más que el chispazo del momento, algo así como el irresistible impulso por coger un camino cuya senda no distinguimos claramente, pero la intuimos.
¿Será que cualquier camino conduce hacia nuestros fines, como los indicadores de WC que encontré en Wroclaw el mes pasado?