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13 de octubre de 2011

Hay poetas


Desde hace años, el oficio de poeta es de los más olvidados. O si no, prueben ustedes mismos a ver qué imagen o idea es la primera que asocian cuando alguien pronuncia las palabras "escritor", "escritura", "libros", etc.  La mayoría de las veces acudirá a sus mentes la prosa, en cualquiera de sus múltiples variantes.
En una ocasión me contaron que un psiquiatra, entre las cuestiones que destacó de una persona para recomendarles a sus allegados una temporada de reposo y tratamiento, fue que escribía poesía. Las otras eran su religiosidad y su inclinación a lo bello. Esto ocurrió en la segunda mitad del siglo XX, por lo que podemos pensar qué suerte habrían corrido en manos de ese galeno santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz o el sufí Yala al-Din Rumi.
Cuando, allá por los ochenta, los "Golpes Bajos" cantaban que eran malos tiempos para la lírica, algunos nos lamentábamos de que Gabriel Celaya se llevase para siempre su deseo de que la poesía fuera un arma cargada de futuro. 
Por eso estoy contenta de que este año se haya galardonado con el Nobel de Literatura al poeta Tomas Tranströmer, quien, por cierto, además de dedicarse a un arte minoritario, no ha dejado que una hemiplejia cercene su línea directa con el Parnaso.




6 de agosto de 2011

Cortar amarras



Cuando cojo vacaciones, durante unos días me encuentro en el limbo, como esos espíritus que no han abandonado del todo el mundo carnal y dan vueltas por allí y por allá intentando encontrarse a sí mismos. Necesito un tiempo para acomodarme a mi nuevo estado, olvidar los tics del invierno y perdonarme las ganas de no hacer nada. Es una carrera con una meta bien definida: no saber en qué día vivo.
Creo, amigos, que a esa meta he llegado hoy mismo... Al fin estoy libre. 

28 de julio de 2011

Pecados capitales: la pereza



Me cuesta mucho escribir sobre la pereza como algo maligno, cuando en ocasiones puede resultar liberador y hasta positivo. Para ser sincera, un poco de inactividad nos viene bien a todos. A menudo hay que parar, tomar aire y dedicarnos a vagar por las estructuras del no-hacer. Para Lafargue esto era revolucionario. Para la mujer y el hombre modernos, puede incluso ser cuestión de salud mental. Para mí, a finales de julio, ni les cuento.
Por eso creo que debemos rechazar el concepto de pereza que nos inculcaron desde la cuna, es decir, la simple holganza de la cigarra, y avanzar un poco más en el concepto, expandiéndolo a esa actitud de total desgana por lo externo o ajeno. Así y a título de ejemplo, tal vez Dante arrojara hoy a los infiernos a estas personas:
  1. Quienes no se mueven sin recompensa o contraprestación, aquellos que miden todo en términos de interés y les resulta una pérdida de energía y tiempo dedicar su esfuerzo a acciones aparentemente inútiles.
  2. Quienes optan por no ser flexibles, si esto les descoloca la agenda, sus reglas o sus costumbres.
  3. Quienes copian las ideas ajenas y las muestran como propias. 
  4. Quienes no contestan llamadas, mensajes o correos.
  5. Quienes hablan entre dientes.
  6. Quienes dan floja la mano. 
  7. Quienes tienen prejuicios y lo dan todo por supuesto, con tal de no escuchar.
  8. Quienes ya no aprenden.
Estas conductas (y otras, pues la lista está abierta) denotan una clara dejadez, esa abulia vital y ausencia de espíritu que, sin duda, conforman la pereza.
Podemos ser cigarras, pero jamás seres anodinos incapaces de movilizarse por nada ni por nadie, incapaces de amar.

NOTA: A propósito de la explotación por el trabajo, tal vez pueda interesarles lo que el año pasado escribí en este mismo blog, pinchando aquí

29 de junio de 2011

Residuos



No recuerdo la primera vez que en casa asumimos la posibilidad de deshacernos de un envase de cristal, sin necesidad de entregarlo en la tienda. Supongo que, a nivel general, aquello fue recibido como un avance moderno, liberándose a la gente de acudir con sus tarritos de yogur o botellines de cerveza tintineando en la bolsa, para comprar tantas unidades como cascos se llevaba encima.
Tras el cristal apareció el plástico, el bote de aluminio, los poliestirenos del tetra brik y todo lo que usted sabe ya, porque lo utiliza. Como acabo de decir, no recuerdo exactamente cuándo empezó todo, pero soy consciente de haber participado durante casi toda mi vida en el ensuciamiento del planeta.
Ahora, cuando las cosas han llegado a unos límites alarmantes, los poderes públicos nos instan a reutilizar y reciclar. Desde hace tiempo, nos resultan familiares los cubos de basura diferenciados en función del material de nuestros residuos, pero no todo el mundo los usa de manera adecuada. Por eso, ayuntamientos como el de Pamplona han puesto en marcha el canje de latas y botellas de plástico por entradas de cine. La iniciativa me parece espléndida, pues, a la par de hacer pedagogía acerca de la necesidad de separar en origen los desechos, fomentamos una forma de ocio sencilla, barata, sosegada y, si además la película es buena, enriquecedora y artística. Parece que el experimento está dando resultado, pues desde enero de este año se han recogido casi un millón de envases (para quienes no conozcan Pamplona, se trata de una ciudad de doscientos mil habitantes, aproximadamente).
En otros lugares del mundo se lleva a cabo algo parecido, pero reembolsando el dinero de la tasa que la gente pagó al comprar el producto cuyo recipiente devuelve. Por eso me sorprende que en municipios como el mío se optara por inspeccionar las bolsas de basura y multar al vecindario si alguien osaba a mezclar raspas de sardinas con un tarro de mayonesa. Como la medida se declaró ilegal (a mi juicio, afortunadamente), pescado y botes siguen yaciendo juntos más veces de las que serían recomendables, con gran perjuicio para el medio ambiente.
¿Para cuándo medidas que fomenten de verdad el reciclaje? Si bien es verdad que todos somos responsables del estado de la Tierra, quienes poseen la capacidad de gestionar, administrar y decidir deben promover entre la ciudadanía actitudes responsables, facilitando el hacerlo y, si es preciso, incentivándolo. ¿O acaso, por idénticos fines ecológicos, no se está impulsando la renovación de los electrodomésticos, bombillas y ventanas? Creo que, mientras se expande el ejemplo de otras ciudades y los de arriba deciden si incentivar o no, bastaría con que se llevara a la práctica algo muy sencillo: incrementar el número de contenedores para cristal y papel, dotando de ellos a cada comunidad de vecinos. En la actualidad y en Madrid, solo contamos con el de restos orgánicos y el famoso amarillo, por lo que, desprenderse de periódicos atrasados, cajas de cartón o tarros de mermelada, a veces conlleva ir cargado hasta dos o tres manzanas... y no todo el mundo es joven, ágil o sano. Asimismo y respecto a los lugares donde la basura se tira a contenedores grandes, de los que están en la calle y son comunes a varios edificios, sería harto recomendable que, al lado de ellos, hubiera también receptáculos para papel y vidrio, por las mismas razones.
Es decir, si no se opta por la recompensa o compensación, al menos abastézcase a la población de elementos, recursos y dispositivos suficientes para que separar los residuos no se conciba como un castigo divino.

Para saber más acerca de lo de Pamplona,
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/lata/invita/cine/elpepusoc/20110627elpepusoc_2/Tes

22 de mayo de 2011

Sol






“En los exámenes, respondan con preguntas”
(Muros de la Sorbona – Mayo francés)

Los biempensantes, sean del color que sean, indagan estos días la ideología que albergan las más de veinticinco mil personas acampadas en la Puerta del Sol. Parece que todo tiene que estar clasificado, ordenado según las normas ISO y, por supuesto, pasado por el tamiz de quienes viven de hablar por hablar, ya sea en los medios de comunicación, ya sea en sus poltronas. Se diría que todo aquello que es diferente nos deja intranquilos, porque nuestras hamburguesadas mentes son incapaces de concebir otra cosa que no sea el pensamiento único, aunque se nos pinte con siglas distintas.
El pasado Jueves Santo, durante la sobremesa de una comida con amigos, un famoso y popular actor español (por eso omito aquí su nombre, no vaya a ser que, encima lo perjudique) dio en la diana de lo que está pasando desde hace años: “el futuro del mundo es una dictadura, no como las que han sido hasta ahora, sino mucho más sofisticada; por eso van prohibiendo y asfixiando paulatinamente, para ver hasta dónde aguantamos; y el caso - proseguía ese actor- es que lo aguantamos todo”.
Por eso hay que indignarse y responder con preguntas.



18 de mayo de 2011

Pecados capitales: Lujuria, gula y algo más



Cuando era niña, asociaba lujuria a lujo, sin duda por la similitud fonética de ambas palabras. Además, en mi mentalidad infantil todo cuadraba, pues qué peor cosa para los cristianos que arrojarse a los pies (o patas) del becerro de oro, vender el alma por la opulencia y pensar que todo está al alcance de la chequera. Era lógico, por tanto, que el ansia sin medida de pompa y oropel se castigara y se elevara a la categoría de pecado capital.
Pasó el tiempo y, aunque pude desligar los conceptos que encierran tales vocablos, reconozco que he seguido percibiendo obscenidad en ciertas exhibiciones relumbronas. Si la lujuria trae de la mano la impudicia, la sordidez y la indecencia, impúdico, sórdido e indecente es también que el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Strauss-Kahn, se aloje en habitaciones de hotel que cuestan tres mil dólares la noche, cuando desde el organismo que representa llevan varios años recomendando recortes del gasto público, rebaja de salarios, amortización de empleo y mano dura con los países derrochadores. Nuevamente la vida, que es tan obstinada, me ha servido lujuria y lujo en el mismo envoltorio
La prensa habla de las andanzas libidinosas de este hombre, del presunto delito por el que fue detenido hace unos días, de su amor al boato y la ostentación..., pero casi nadie se cuestiona el hecho de que individuos así ocupen cargos como el suyo.
El próximo domingo, en España, habrá elecciones municipales y autonómicas. Circulan por ahí los nombres de más de cien candidatos con causas judiciales pendientes. Son de casi todos los partidos que cuentan con representación en las diversas administraciones del Estado. Dejando a salvo la presunción de inocencia, de la que siempre he sido una firme y tenaz defensora, lo que sí está claro es lo poco que importa, para medrar en política, que los otrora llamados próceres hagan caso omiso de lo que exigen al resto de la ciudadanía.
La ambición de darse todos los caprichos pasa por codiciar cuerpos, trajes, mansiones, drogas, amistades y un sinfín de cosas más, por saciar un hambre que les nubla la conciencia hasta el punto de no importarles más que ellos mismos. Se ven tan poderosos que no se imaginan reventando como lo haría un vulgar neumático al pasar por una calzada llena de cristales. Como el niño glotón que trata de esconder las migas de un bizcocho que se acaba de zampar, así aparecen estos personajes ante nuestras narices.
Efectivamente, es lujo-lujuria, pero también gula. ¿Vamos a dejarnos comer?


14 de abril de 2011

Dürrenmatt y el Coliseo


Siempre ha habido mecenas y promotores que ponen su dinero para que una empresa artística, cultural o deportiva salga adelante y no se extinga. En el pasado y en el mejor de los casos, se colocaba una placa o un busto en su honor, para que las generaciones venideras pudieran saber quién fue el prócer que contribuyó con su patrimonio a tan grandiosa tarea. Otras muchas veces ese benefactor quedaba en el anonimato.
De un tiempo a esta parte, asistimos a una curiosa variante del género bienhechor o protector. ¿Se han dado cuenta de que muchos teatros llevan el nombre de una marca comercial? Me refiero a locales señeros, con casi un siglo de antigüedad, que han contribuido a la historia de su ciudad. Por ejemplo y sin salir de Madrid, el Calderón se llama como unos helados y el Rialto como una compañía telefónica. No me imagino a las musas dándole a la stracciatella ni mandando mensajes a móviles, así que siempre me pareció que sobraban esos apellidos comerciales. Discúlpenme, pero aún soy romántica.
De los equipos de baloncesto o balonmano, mejor no hablamos, porque a los nombres que conocemos desde niños les han salido unos apéndices que los emparentan con jabones, cementos, bancos, lácteos y mil cosas más. Y no estoy hablando en sentido figurado, porque habrán oído alguna vez lo de Jabones Pardo-Fuenlabrada, Metrovacesa-DKV Joventut o CAI Zaragoza.
Ahora bien, el premio al mecenas más interesado se lo lleva la firma Tod´s, que, a cambio de poner dinero para unas obras que van a realizarse en el Coliseo de Roma y con las bendiciones de Berlusconi, podrá gestionar la explotación turística de ese monumento (patrimonio de la Humanidad), sembrarlo de publicidad propia, poner un córner para vender sus zapatos y accesorios y estampar su firma en los tickets de entrada. ¿Hay quien dé menos por más?
El viejo aforismo “lo que no está prohibido está permitido”, a base de aplicarse a todo tipo de cosas, de naturaleza variada y con fines diversos, se aleja cada vez más del soplo de libertad que en su día lo inspiró y, aunque algunas de esas cosas no sean en sí mismas ilegales, pisan el campo de lo feo. En “La avería”, Friedrich Dürrenmatt  disecciona esta idea a través de unos personajes que, ya jubilados, juegan a hacer la justicia que en su momento no pudieron hacer. Me pregunto cómo encauzarían el caso Tod’s-Coliseo, donde ética y estética no salen bien paradas. 

31 de marzo de 2011

Bancos y bancos


Hay muchas formas de aprender historia: leyendo, escuchando, visitando lugares, frecuentando museos, etc. Reconozco que las que más me gustan son las dos últimas, porque me permiten interpretar lo que veo, pensar por mí misma y sacar conclusiones, zambulléndome, así, en una de las facetas de la libertad por la que siempre he sentido especial predilección: la libertad de pensamiento.
Paseando por Frankfurt, ciudad que aparece en la foto que ilustra este post, me vino la idea de que las instituciones financieras son las modernas catedrales. Quien haya pasado por delante del Fondo Monetario Europeo sabrá por qué lo digo, pues el edificio y explanada donde se ubica se asemejan a esos santuarios donde acuden los peregrinos a reconciliarse con sus santos, vírgenes y dioses.  En vez de cruz, se levanta ante nuestros ojos el símbolo del euro rodeado de estrellas que, cuando les da el sol, refulgen como la corona de la Inmaculada Concepción. Tras esa "e" gigante, se elevan pisos y más pisos de oficinas, agrupadas en un rascacielos tan esbelto como las agujas de una iglesia. Ese edificio mira al cielo y lo desafía, imponiendo aquí abajo su ley y su orden.
Si nos damos una vuelta por las sedes bancarias erigidas entre finales del siglo XIX y principios del XX,  podremos observar cómo en las fachadas suelen colocar estatuas o bajorrelieves de deidades clásicas. La más común es la de Mercurio, tanto en figura antropomórfica, como a través de sus símbolos. Además, en su interior suele haber tesoros artísticos en forma de lámparas, sillas, mostradores, paneles claramente decó, estilo imperio, Luis XV, chipendale u otros.
Pero no solo se trata de templos, sino también de oficiantes. Tal y como ocurría en el pasado con curas y obispos, hoy nada se mueve o se aquieta si no es con el beneplácito de banqueros y financieros. A ellos se les consulta, cual oráculo, hasta la sucesión de candidato a la presidencia gubernamental. Ellos deciden cuándo y cómo podemos  endeudarnos, cuánto vale nuestra felicidad y en qué índice cotiza la esperanza. Ejercen el verdadero poder terrenal y ante ellos nos confesamos a diario, cada vez que introducimos una tarjeta por la ranura del cajero automático. Lo saben todo de nosotros y, como aún no han inventado el modo de perseguirnos hasta la otra vida, perseguirán a nuestros herederos y los castigarán por las faltas cometidas por quienes les precedimos.
Es la moderna religión, tan alejada de esos bancos de madera en que los prestamistas y cambistas de la Edad Media aguardaban a los mercaderes en día de feria. En la Lonja de Valencia todavía pueden verse esas bancadas primigenias, al igual que las primeras cajas donde guardaban el dinero y otros efectos. De esa actividad mercantil quedan solamente dos palabras: "banco" y "caja de ahorros". El resto ya es historia o, como acabo de decir, religión del trágala y a callar. Yo, respecto a ella, me declaro atea.

29 de marzo de 2011

Grullas zen


Hace un año que comencé a escribir estas entradas. Desde entonces han pasado muchas cosas, pero siento como si la tierra hubiese estado quieta, sin tan siquiera girar sobre sí misma. Al fin y al cabo, me azuzan hoy los mismos anhelos que hace doce meses. Será que a partir de cierta edad los cambios resultan imperceptibles.... epur si muove, que dijo Galileo.
Tras la desgracia que se cierne sobre Japón, se ha abierto una ventana de esperanza a través de la iniciativa de las mil grullas. Para quienes aún no sepan de qué se trata, les dejo este enlace donde informarse: http://las1000grullas.wordpress.com/. En el fondo, se trata de un ejercicio de paciencia, un mantra papirofléxico de buenos augurios, un acto de desapego. Cada vez que alguien pliega el papel hasta darle la forma requerida, eleva su voz en silencio, pidiendo clemencia a los dioses con un pueblo nipón tanta veces castigado. 

NOTA: Hoy también mando una grulla a Guerrero Zen del Té Rojo. Espero que se recupere pronto de una delicada operación a la que se sometió ayer.

22 de diciembre de 2010

Navidad, Saturnales o la Marimorena


Me gusta la Navidad o, mejor dicho, el tiempo navideño. Observo este paréntesis en la rutina y comienzo a percibir los buenos augurios del solsticio. Ya falta menos para que los días comiencen a crecer y, como ser gaseoso que soy (mi elemento es el aire), reconozco pequeños y paulatinos cambios en las alboradas, que orean otros aromas, otros sabores, otros colores.
El Sol regresa a nuestras vidas por estas fechas; quizá por eso lo invocamos sembrando brillos y destellos a nuestro alrededor, a la par que nos entregamos a ritos que hunden sus raíces en tiempos lejanos. No es casual que los cristianos tomaran prestada de los romanos y otros pueblos anteriores la data conmemorativa del nacimiento de su dios hecho hombre y que se le reconozca como “la luz del mundo”. Al fin y al cabo, lo llamemos como lo llamemos, son días en que se celebra el destierro de las tinieblas.
Feliz Navidad a todas y a todos.

7 de octubre de 2010

Vocaciones, predestinaciones y otras tendencias


Me he preguntado muchas veces por qué me dedico a lo que me dedico y no acierto a averiguar el motivo. Quienes me conocen opinan que no puede ser de otra forma, dado mi carácter y “concepción romántica” de la existencia (lo entrecomillo porque, cuando me lo dicen, no sé si se trata de un cumplido o de una ironía... y prefiero no preguntar). Recuerdo el hecho que me disipó cualquier duda sobre la elección de carrera universitaria: el asesinato a sangre fría de unos abogados madrileños. Este aciago acontecimiento fue la señal que inclinó la balanza a favor de querer zambullirme en el piélago de los derechos, las libertades, las normas y todo el sursum corda. Cuando perpetraron la matanza, avanzaba a zancadas la década de los setenta. Yo era una cría, pero se vislumbraba en mí mucho de lo que, como persona adulta, he sido luego. Ahora bien, profesionalmente podría haber sido cantante de orquesta o actriz cómica, cosas para las que siempre he tenido vocación, pero se ve que no estaba predestinada. Y hablando de destino, ¿tendrá algo que ver el que haya nacido bajo el signo de Libra (la balanza) y en un día consagrado a la patrona de los presos? ¿Saben lo que significa mi nombre de pila en germanía o argot lumpen? Pues consulten el diccionario.

7 de septiembre de 2010

En todas partes cuecen habas


Hace meses, en un blog amigo, su autora colgó una fotografía parecida. Cuando vi este coche el mes pasado, no pude por menos que recordarlo y constatar cómo cunde el mal ejemplo, o como ella insinuaba, la falta de educación.

5 de septiembre de 2010

Emisiones



Alguna vez me he confundido al tirar algún residuo a la basura. Sin querer, ha ido una chapa de botella junto con los restos de fruta o viceversa. Menos mal que me he dado cuenta y he podido deshacer la fechoría, no sin reprenderme seriamente a mí misma por el despiste: “Guapa, es que vas como un zombi, no te fijas. ¿Para qué tienes tanto cubo con bolsas de diferentes colores, a ver? Si sigues así, por tu culpa van a morir más peces, ya no habrá primavera, estás contribuyendo al deshielo polar, desaparecerá Tarifa ...” Y hago propósito de enmienda para estar más atenta porque, a decir verdad, me lo tomo en serio y sé que los objetivos de Kyoto dependen de la actitud responsable de los ciudadanos de a pie y subrayo lo de “a pie”, pues no comprendo cómo no se toman medidas más eficaces contra las emisiones de CO2, verdaderas causantes del efecto invernadero y cambio climático. ¿Qué pasa con esos vehículos que atestan carreteras y calles? A lo mejor purifican el aire y aún no me he enterado.

4 de agosto de 2010

Neorrealismo era mujer

Ha fallecido Suso Cecchi D’Amico, guionista de más de un centenar de títulos imborrables del cine italiano. Colaboradora asidua de Antonioni, Visconti, Rossellini y tantos otros que nos han brindado kilómetros de celuloide en estado puro. El séptimo arte le debe a esta mujer, nacida con la I Guerra Mundial, la magia de haber sabido plasmar en papel lo que luego otros pasarían a imágenes y sonido. “Ladrón de bicicletas”, “Bellísima”, “Las noches blancas”, “Rufufú”, “Rocco y sus hermanos”, "Ludwig" o las más recientes “Ojos negros” y “Caravaggio”, probablemente no habrían sido igual si hubiesen salido de otra pluma. Cuando volváis a ver “El Gatopardo”, recordad que fue una mujer quien hizo hablar a los garibaldinos que allí se retratan y que, gracias a ella, dio la vuelta al mundo esa maravillosa novela de Lampedusa. Quienes hemos crecido y, en cierta manera,  nos hemos formado con cine, cine y más cine estaremos siempre en deuda con la Sra. Cecchi.



16 de julio de 2010

La vida a capas



Leo en la prensa que los trabajadores que llevan a cabo las faenas de reconstrucción de la llamada “zona cero”, en Nueva York, han encontrado los restos de un navío del siglo XVIII. No es la primera vez que unos operarios se topan, al excavar, tunelar o picar, con vestigios de otras épocas, lo que me lleva a preguntarme dónde estarán nuestras casas de hoy dentro, por ejemplo, de quinientos años. ¿Encontrarán restos de sus cimientos? ¿Aparecerá la pata de una silla o la batería de un teléfono? ¿Tendrá interés para las generaciones de entonces, como actualmente lo tiene para nosotros visitar Pompeya o Atapuerca? ¿Qué interpretación le darán a todo lo que encuentren? A este respecto, los ingenieros de Manhattan opinan que el barco de marras sirvió como relleno en las obras de ampliación de la isla. La explicación que dan entra dentro de nuestra lógica: el metro cuadrado de terreno valía muchísimo en aquella época y las autoridades intentaban por todos los medios robarle espacio al mar. Justificación lógica, ya digo, pero a la luz del siglo XXI, porque vaya usted a saber cuál fue la realidad y por qué está ese buque en el centro de la urbe.

Cuando estudiaba geología, me llamaban la atención los estratos que conformar muchas partes de la corteza terrestre. Me imaginaba a una gran mano cocinera extendiendo capas y capas de ingredientes hasta formar una montaña o un acantilado como si fuera un apetitoso pastel. Cuando paseo por mi ciudad, abierta como una granada, y contemplo los restos de un enclave árabe a dos o tres metros bajo cota, pienso que no hacemos sino emular a las cebollas: piel sobre piel.

9 de julio de 2010

Apartheid

Ahora que no segregamos a la población en virtud de sus rasgos étnicos, que se nos llena la boca de hablar de integración social, escolar, laboral, etc. Ahora que está mal visto hacer chistes a costa de las diferencias ajenas. Ahora que hablamos tanto de la libertad de religión, pensamiento y expresión, hasta el punto de tener consagradísimos esos derechos. Ahora que nos creemos lo más de lo más en cuanto a ideología liberal y tolerante, no comprendo cómo en Austria puede haber plazas de aparcamiento diferenciadas, según el culto del conductor. Además, ¿quién lo controla? Miedo me da, aun en el supuesto de que hayan caído en desuso y la gente estacione el vehículo sin mirar la señal. Porque, si es así, díganme qué pintan esas marcas en el pavimento. Pero, si aún cumplen su finalidad, peor aún.

7 de julio de 2010

Para cambiar


Me gustan las personas, me considero un animal sociable y, entre Hobbes y Rousseau, desde mi adolescencia me decanté siempre por este último, a pesar de que, con el paso del tiempo, he conocido un poco de todo y hasta he tenido que protegerme de algunos seres dañinos.

Pero lo cierto es que continúo apostando por el ser humano. En concreto, por quien ha sido capaz de inventar la rueda, descubrir rutas marítimas, sacar música de la nada, hacer reír a sus semejantes, atravesar kilómetros para llevar agua y comida a quienes carecen ello, concebir artilugios que nos facilitan la vida, imaginar historias, recrear el arte, originar la escritura, llorar de emoción, elegir la belleza, nombrar a los astros... Por eso me duele esa otra faceta que, desde el comienzo de los tiempos, le ha llevado a idear todo tipo de artilugios para castigar a sus adversarios. Es la triste historia del alma humana, encerrada en esa extraña dualidad que la empuja a evolucionar, crecer y avanzar, aunque con los pies tan lastrados que parece desandar cada noche lo que camina durante el día.

He visitado algún museo dedicado a la tortura y lo que a priori podría parecer morboso o desagradable, en realidad ha sido toda una lección de filosofía y antropología que me inclina a pensar que, a través de los siglos, han podido variar los utensilios utilizados para mortificar y sancionar, más toscos y evidentes en tiempos pasados, ahora mucho más sofisticados, sutiles y refinados.

De vez en cuando es bueno bucear en esa arqueología de la ignominia, no para creernos mejores que nuestros antepasados, sino para comprender que aún queda mucho trecho que caminar o, si no, asomémonos a Guantánamo, a bastantes cárceles del mundo entero, a los métodos terroristas... Pero tampoco nos olvidemos de esos miles de escuelas y hogares donde el bofetón, la burla y el chantaje emocional sustituyen la razón y la palabra sosegada.

Cambiemos, cambiemos pues. Está en nuestra mano.

Nota: La foto obecede a una silla de castigo de la Baja Edad Media. Se exhibe en un museo de Rottembug Ober Tauer.

29 de junio de 2010

Huelgas



HUELGA VOLUNTARIA

HUELGA INVOLUNTARIA

HUELGA LA HUELGA

ELLOS  HUELGAN

...... Y LOS DEMÁS EN EL RINCÓN DE LA PACIENCIA....

24 de junio de 2010

Escúchame


He leído en la prensa que un australiano lleva años impidiendo que la gente se suicide. A mí esto me parece una buena noticia, de las que deberían llenarse diarios, tertulias radiofónicas y telediarios. Pues bien, está comprobado que más de ciento sesenta personas continúan vivas gracias a este hombre, que lleva dedicado a dicha actividad más de cincuenta años. Él ahora tiene ochenta y cuatro y ha sido recientemente nombrado Ciudadano del Año en Sidney. Cuando trabajaba lo hacía en el ramo de los seguros (no me nieguen que no resulta curioso, ¿eh?).

Leyendo esa noticia me he acordado de los ángeles berlineses de Wenders, que en ocasiones se acercaban a los suicidas, susurrándoles razones para que desistieran de su atormentado impulso. Pero para librarse de la muerte había que escuchar, no bastaba con oír.

Supongo que algo parecido ocurrirá con Donald Ritchie, quien normalmente se acerca a los supuestos suicidas ofreciéndoles un café y un rato para charlar. Él también reconoce que trata de no inmiscuirse en sus vidas y que intenta salvarlos planteándoles una alternativa, como los guardianes de Berlín. Estoy segura de que aquellos que se han salvado lo han hecho porque lo escucharon y, a la vez, se sintieron escuchados. Y es que escuchar consiste en llegar al corazón.

8 de junio de 2010

De arañas

Tengo entendido que algunos cosmonautas, en sus misiones, se han llevado arañas para observar su comportamiento. Parece que la falta de gravedad las lleva a tejer unas telas sin pies ni cabeza, muy alejadas de la estructura geométrica a que nos tienen acostumbrados aquí en la Tierra. Vamos, como si la abuela hubiese tomado algo raro y llenara la labor de puntos sueltos y enloquecidos dibujos. Cualquiera de mis yayas habría quedado muy poco satisfecha del resultado de su trabajo y, a decir verdad, me las imagino deshaciendo el paño, el cojín o lo que tuvieran entre manos, hasta que la hazaña saliera de su gusto. Pues lo mismo les ocurre a esos artrópodos, porque al cabo de los días empiezan a acostumbrarse a su nuevo hábitat y vuelven a entrelazar sus hilos a la manera clásica. Pero, hasta que se acostumbran, ríanse del ácido lisérgico.

Hay personas que viven como arañas, desplegando redes donde los demás puedan caer y con el único propósito de engullírselos, es decir, de que desaparezcan. Trenzan sus tramas a base de sutileza y disimulo. Atraen a la víctima con artificio y astucia, casi siempre valiéndose de algo que pueda cautivar al futuro mártir, que la mayoría de las veces no se percata de su infeliz destino. ¿Quién no se ha topado alguna vez con una araña humana? Por eso se me ocurre que, a lo mejor, cambiándoles el sentido de la orientación, hilarían trampas defectuosas y podríamos escaparnos por los agujeros. Resumiendo, contra la manipulación, jugar al despiste. Con un poco de suerte, esas personas se pierden en su propia confusión.

Nota: A la memoria de Louise Bourgeois, cuyas arañas no pican, pero hacen pensar.