De un tiempo a esta parte, se utiliza el término
gafapasta para referirse a toda aquella persona más o menos alternativa que pasea por la calle con varios periódicos en la mano o bandolera (o con una revista cultural), ve cine siempre en versión original y es aficionado a las bandas sonoras de peículas. Se los confunde con los
modernillos, pero nada que ver, porque entre éstos prima más el último modelo de cachivache electrónico que una de Manoel de Oliveira, por ejemplo.
Hurgando un poco más, nos encontramos con los
nerds, o aquellas personas con un cociente intelectual superior a la media que, sin embargo, adolecen de las habilidades sociales necesarias para llevar a cabo lo que el común de los mortales hace casi sin pestañear (bailar, charlar con desconocidos, conducir...) Hay quien los confunde sin más con los
empollones, pero no son igual. Un verdadero nerd no pierde el tiempo en cosas que juzga banales.
Además, tenemos los
geeks, o aquellos que han elegido vivir concentrados en su mundo, altamente imaginativo, desarrollando habilidades técnicas de tipo informático y cibernético. Hay quien los confunde con los
hackers, pero no tienen por qué serlo.
Ahora hagamos todas las combinaciones posibles y nos encontraremos a nerds gafatastas, geeks modernillos y hasta hackers empollones, porque ni todas las etiquetas valen ni toda persona puede ser clasificada en una sola categoría. No obstante, de todo ello podemos sacar un conclusión positiva: en el mundo sigue habiendo gente que intenta destacarse, diferenciarse e individualizarse, es decir, no seguir lo que, sin criterio propio, hace grueso de la tropa. Y esto es en sí mismo alabable, aunque para ello se les adscriba a alguna tribu (el ser humano es siempre contradictorio).
En el fondo, me recuerdan a los llamados
progres de finales de los setenta, que se paseaban llevando bajo el brazo un libro por lo general de títulos y autores censurados durante la dictadura, o algún periódico de ideología liberal-izquierdista, a veces en francés. Por su indumentaria, gente poco informada los confundía con los hippies, aunque lo único que tenían en común era su oposición a un estilo de vida tradicional y consevador. Espero que, con el paso del tiempo, a los gafapasta, nerds y demás no les pase como a los progres de antaño, muchos de los cuales han caído en los defectos pequeñoburgueses que tanto aborrecían, abrazándose a la religión del poder y quejándose de lo
raritos que les han salido sus hijos. Ojalá los de ahora aprendan de quienes les precedieron, sigan siendo ellos mismos y no se disuelvan como azucarillos en el agua. A lo mejor esa es la forma de que el mundo cambie.